“Supongamos que una persona de gran sensibilidad musical
esté sentada en la sala de conciertos y
que resuenen inmediatamente en su oído los impresionantes
acordes de su sinfonía favorita,
produciendo en ella la emoción, la sacudida emotiva que
sólo provoca la belleza más pura;
imaginémonos que, en este preciso instante, alguien le
pregunte si su vida tiene algún sentido; la
persona interrogada, en esas condiciones, contestará
seguramente que merece la pena vivir aunque
sólo sea por experimentar aquella dulce emoción.”
(VIKTOR E. FRANKL, “Psicoanálisis y existencialismo. De la
psicoterapia a la logoterapia”. Fondo de Cultura Económica.
México, 2008; pág. 74)
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