domingo, 16 de julio de 2017

LAS CENIZAS DEL AMOR


INTRODUCCIÓN
Desde el punto de vista convencional, se cree que la experiencia está compuesta por dos elementos esenciales: un sujeto –el cuerpo mente- y un objeto –las cosas, los demás y el mundo-. Por este motivo, podríamos llamar a esta visión de la experiencia Dualidad Convencional, en la cual está implícita la relación sujeto-objeto.
En la Dualidad Convencional, se cree que el cuerpo-mente (el sujeto de la experiencia) conecta con las cosas, los demás y el mundo –los objetos de la experiencia- mediante un acto de conocer, sentir o percibir. De ese modo, se considera que el cuerpo-mente es consciente, y que “las cosas, los demás y el mundo” son aquello de lo cual “yo” –el cuerpo mente- soy consciente. Esta creencia es la asunción fundamental en la cual está basada nuestra cultura mundial y es encumbrada en nuestro lenguaje con frases como “yo conozco esto y lo otro”, “yo te quiero”, “yo veo el árbol”. En todos los casos, hay un sujeto, “yo”, que conoce, siente o percibe un objeto –“tú” o “ello”-. De hecho, esta creencia está tan integrada en nuestra cultura que la mayoría de la gente no lo considera en absoluto una creencia, sino que lo asume ciegamente como una verdad absoluta.
Como un primer paso hacia la comprensión de la verdadera naturaleza de la experiencia, las enseñanzas no duales señalan que no es el “yo”, el cuerpo-mente, el que es consciente de las cosas, de los demás y del mundo, sino que es el “Yo-Consciencia” el que es consciente del cuerpo y de la mente, así como de las cosas, de los demás y del mundo. De este modo, el cuerpo y la mente son entendidos como objetos de la experiencia, no como el sujeto.
En este caso, se entiende que el sujeto o el conocedor de la experiencia no está hecho de nada objetivo, como pudiera ser un pensamiento, una imagen, un sentimiento, una sensación o una percepción; está simplemente presente y consciente, y por lo tanto nos referimos a él como “Consciencia”.
Al no tener ninguna característica objetiva, se dice que el sujeto de la experiencia -pura Consciencia- está inherentemente vacío: vacío de pensamientos, imágenes, sentimientos, sensaciones y percepciones; transparente, sin color, sin forma, imperceptible y, en última instancia, inconcebible; sin embargo, si queremos poder hablar o escribir sobre la naturaleza última de la experiencia, no nos queda más remedio que hacer una concesión y concebirlo provisionalmente.
El proceso mediante el cual descubrimos que no es el “yo” como cuerpo-mente el que es consciente de las cosas, de los demás y del mundo, sino que es el “Yo” comoConsciencia el que es consciente del cuerpo y la mente, así como de las cosas, los demás y el mundo, es denominado en ocasiones neti-neti: “no soy esto, no soy aquello”. No soy mis pensamientos; soy consciente de mis pensamientos. No soy mis sentimientos; soy conscientede mis sentimientos. No soy mis sensaciones corporales; soy consciente de mis sensaciones corporales. No soy mis percepciones –visiones, sonidos, sabores, texturas y olores-; soy consciente de mis percepciones.
Así, el neti-neti es un procedimiento de discriminación o exclusión, mediante el cual vamos de la creencia de que soy “algo” –una mezcla de un cuerpo y una mente- a la comprensión de que soy “nada” (ninguna cosa)- ningún pensamiento, imagen, sentimiento, sensación o percepción.
De este modo, la culminación del camino del neti-neti –elCamino de la Exclusión– es conocer nuestro Yo como pura Consciencia. Sin embargo, este proceso aún no nos dice nada sobre cuál es la naturaleza de la Consciencia, más allá de que está simplemente presente y consciente. Y en ese sentido, no es esto lo que se ha entendido tradicionalmente por despertar o iluminación. El despertar o iluminación no es tan solo la revelación de la presenciade la Consciencia –aunque este sea el primer paso- sino la revelación de su naturaleza
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Para poder avanzar desde el entendimiento de que la Consciencia está presente y es consciente a la comprensión de su verdadera naturaleza, es necesaria, en la mayoría de los casos, una cierta exploración. Sin embargo, ¿quién o qué podría explorar o conocer la Consciencia? Únicamente ella es consciente y, por lo tanto, es tan solo ella la que puede saber algo sobre sí misma. Por este motivo explorar la Consciencia significa ser consciente de la Consciencia. No obstante, para ser consciente de sí misma, la Consciencia no necesita conocer nada nuevo; simplemente siendo ella misma, la Consciencia ya es siempre, de un modo natural y sin esfuerzo, consciente de sí misma, de igual modo que el sol, de forma simple y natural, se ilumina a sí mismo simplemente siendo él mismo.
Por lo tanto, investigar verdaderamente nuestra naturaleza esencial, aunque casi siempre se inicia razonando, reflexionando y cuestionando, es, en última instancia, simplemente permanecer conscientemente como nuestro Ser esencial de pura Consciencia. En este proceso, la mente queda privada de su objeto y, al no tener nada en lo que enfocarse o a lo que aferrarse, retorna de una forma natural, espontánea y sin esfuerzo a su fuente de pura Consciencia, permaneciendo como tal de manera consciente.



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http://www.enriquemartinezlozano.com/semana-10-de-julio-las-cenizas-del-amor/

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