El cuerpo
humano y sus emergencias. Entrevista con el Prof. Miguel Guirao Pérez
Manuel Amezcua1
1Jefe de B.
de Docencia e Investigación, Hospital Universitario San Cecilio. Presidente de
la Fundación Index, Granada, España
Nacido en Granada el 20
de diciembre de 1924, Miguel Guirao Pérez realizó su carrera de Medicina en la
Facultad de esta ciudad, donde tras varias estancias en París, Bruselas, EE UU
y en el Instituto Nobel de Estocolmo, obtuvo en 1956 la plaza de catedrático de
Anatomía y Técnica Anatómica. Durante su carrera universitaria ha realizado una
fecunda labor docente e investigaciones especialmente en los campos de la
embriología y la patología congénita. Profesor honoris causa de la Universidad
de San Marcos, en Lima, y de la de Recife, en Brasil, en la actualidad es
profesor emérito de la Universidad de Granada. Puso en marcha la Facultad de
Medicina de la Universidad de La Laguna, su Escuela de Enfermería, y fue el
fundador y primer director del Hospital Clínico de la isla, habiendo sido
nombrado decano honorífico de la primera y siéndole concedida por el Cabildo la
medalla de oro de Tenerife. Como director y por encargo del Rectorado de la
Universidad de Granada, puso en marcha la Escuela de Estomatología (luego
Facultad de Odontología). En 1974 fue nombrado presidente de la Diputación
Provincial de Granada y poco después diputado de las Cortes Españolas. En ese
tiempo dedicó su principal esfuerzo a fortalecer las prestaciones culturales de
la institución y a mejorar las condiciones de vida de los deficientes mentales
que tenía a su cargo la Diputación, y en su dilatada y variada labor ha
obtenido muy diversos reconocimientos.
(...)
P. Otro
aspecto que llama la atención en su personalidad es su sentido trasgresor. ¿Qué
hace un anatomista hablando de dimensiones del cuerpo que escapan a la
corporalidad? Desde la época de Vesalio y su gran fábrica humana, la imagen
tradicional del anatomista se asocia a la enseñanza del cuerpo-cadáver sobre
las losas de disección ¿Qué nueva anatomía hace posible mostrar el cuerpo en su
emergencia?
R. Eso tiene
más justificación, y eso se basa en el sentido de profesionalidad que yo he
tenido. Yo era alumno en el año 42, y era profesor en el año 49, y entonces han
pasado muchos años. Y en aquellos tiempos, la anatomía se llamaba Anatomía
Descriptiva. La Universidad nos decía de una manera muy concreta que nuestra
asignatura tenía unos límites, que era lo puro descriptivo, la pura mecánica. Y
no podíamos salir de allí. Después se creó la Anatomía Funcional, donde ya se
le daba cierto movimiento a ese muñeco que tiene tantas piezas. Pero era un
muñeco que funcionaba, y a mí eso no me gustaba. Después vino, o quizás la creé
yo en mi ambiente, una Anatomía de la Acción, que es mucho más que la función.
La Acción es funciones encaminadas a un efecto, ese muñeco ya hace cosas, ya es
más persona. Y por ese camino, luego he visto que esa persona tenía en esa
Acción un aspecto espiritual. Y entonces se me escapaba el cuerpo, y ya he
llegado a hablar del hombre emergente, del cuerpo emergente, porque yo tengo el
sentimiento de que estamos haciendo cosas que pueden trascender de nuestra
propia vida.
Primero escribí una cosa sobre la emoción, y
luego llegué a la Anatomía de la Consciencia. El poder hablar de que el ser
humano tiene consciencia, pero no conciencia moral del bien y del mal, sino
consciencia de sí mismo, es decir, esas acciones del ser humano que son
conscientes, tiene consciencia de lo que hace, y por tanto tiene
responsabilidad, eso tiene que ver mucho con la libertad. Al tener consciencia,
la persona es libre de hacer cosas y responsable de esas cosas. Eso es la
consciencia, eso fue un gran paso, eso fue en los años 60. Y luego se reeditó el
libro.
Pero ya éste, como ya me voy, como ya he
acabado y me iré pronto, lo que me queda, la emergencia, pienso yo qué estamos
haciendo de mérito o de demérito para que algunas personas creyentes puedan
pensar que más allá hay algo. Bueno, pues yo como quiero que el cuerpo sirva
para todo, esa es mi obligación, explicarlo así, pues explico una aproximación
al cuerpo que permitiría entender qué podría pasar después. Eso es como un
librillo escrito para mí mismo, para entenderme yo mismo, que no tiene pretensiones,
ni enseñar a nadie ni nada de eso.
P. Hablar de
emergencia necesariamente es partir de la inteligencia y de paso hablar tal vez
del lado menos tangible de nuestro cerebro, ¿llegó la hora de reivindicar la
anatomía del hemisferio derecho?
R. La inteligencia
no basta, la inteligencia puede equivocarse, de hecho nos equivocamos tantas
veces. Yo digo en el libro que hay una época, vital, social, después de las
guerras mundiales, donde los más listos, los dirigentes de los gobiernos, que
deben ser los más inteligentes, llevan a las naciones a las guerras. Después de
nuestra Guerra Mundial hubo un movimiento de jóvenes buscando no la
inteligencia, buscando otra cosa, una vida mucho más serena, una vida que se
pudiera vivir cada uno sin necesidad de seguir tanta ley. Eso se llama
intuición. Entonces se impuso que en la vida no sólo hay que ser inteligente,
sino que hay que ser intuitivo. La intuición es una inteligencia que no
necesita testimonios. La inteligencia necesita ver las cosas, la intuición
supone las cosas, es una verdad adelantada.
Se consideraba que el hemisferio izquierdo era
el inteligente, sobre todo el de los hombres, la época el machismo más
tremendo. Pero luego había un hemisferio derecho, que le llamaban el dominado, el menor, que se les dejaba
mucho a las mujeres. Era más femenino, porque era un hemisferio de
posibilidades, de ver que sí, pero que no.
P. Para
comprender la emergencia es necesario retrotraerse a modos de pensamiento que
en algunos casos muchos han dado por caducados (el humanismo, la hermenéutica,
la ascética, la mística, la fenomenología) remitiéndonos a disciplinas con no
demasiado predicamento en nuestros días, como la antropología, la filosofía, la
teología ¿estamos ante los albores de un nuevo humanismo?
R. Mi camino
fue mi cuerpo, es decir, yo que era anatómico, para llegar al cuerpo acción, a
la conciencia, fue cuando yo vi que había movimientos que recomendaban una
meditación, una interiorización. Es decir, yo acudí a muchos movimientos de
esos, orientales o no orientales, yoga, budismo tradicional, budismo zen,
meditación trascendental, viajé, fui, conocí algunos líderes, etc, buscando
primero conciencia de mí, es decir, ver de dónde podía salir de mi cuerpo todas
esas cosas. Por que yo sé ciertamente cómo se habla, cómo se anda, cómo se
mira, cómo se oye, pero ¿cómo se sienten dentro de uno las cosas? Y entonces
hice un camino interior, empecé a meterme dentro de mí mismo con las
meditaciones y las interiorizaciones y entonces noté dentro de mí un cuerpo
distinto. La experiencia del cuerpo, en salud, es pura armonía. Cuando tú la
atención la quitas del ruido, de la prisa, y haces como una linterna y miras
para adentro, esa atención se vuelve a dentro de ti. Y empiezas a notar unos
cambios, que son los que describen los místicos. Santa Teresa o San Juan de la
Cruz, con la noche oscura o las moradas, hablaban de unas técnicas de
interiorización donde el cuerpo te pone en una situación de pre-éxtasis,
primero se desligaba del ruido, pasaba a un silencio, luego una oscuridad, una
tranquilidad, una armonía, que luego salía en positividad. Para Santa Teresa,
toda esa cámara oscura, acababa en la cámara del rey, de pura iluminación, de
luz.
Y entonces yo vi para mí mismo, que yo cuando
me metía dentro de mí me sentía más espiritual, más tranquilo, me sentía más
feliz, y vi que ese era el camino de plantearme cosas que salían un poco de mi,
cosas distintas, cosas espirituales. Vi entonces que cualquier persona que
quiera salir a emergencias no tiene que mirar al cielo con los brazos abiertos,
sino que trata de buscar un camino interior que acaba siendo exterior. Esto que
parece un sermón en realidad no es nada, son técnicas de relajación. Yo tengo un casset, que me siento en mi butaca,
que lo oigo y me quedo allí, y al final he pasado una media hora de una
situación que se llama de duermevela, es decir, que no es ni dormir, ni estar
despierto, ni soñar
Ya tenemos dos cuerpos, diríamos, vivimos un
cuerpo que es el cuerpo descriptivo, pero ahora tenemos la experiencia de un
cuerpo interior que es completamente distinto. Los dos van juntos, no hay más
que un cuerpo, son dos aspectos de un mismo cuerpo. Y entonces, ese cuerpo que
tenemos cualquiera de nosotros, tiene una vida interior, que podemos verla,
podemos buscarla, y lo mismo que caminamos y corremos porque tenemos gana de
hacer ejercicio, también podemos tener un sendero interior, que lo sigue por
ejemplo la persona que entra en una orden religiosa contemplativa, esa persona
ha renunciado a todas sus cosas y se dedica exclusivamente a caminar por la
senda interior que tiene el cuerpo.
P. Dicen los
filósofos de la ciencia que acabamos de inaugurar el siglo de la genética, y
que dejamos el siglo de la física, que ha aportado grandes avances al
conocimiento de lo que somos y de nuestra posición en el universo, ¿es
posible la revalorización espiritual del cuerpo humano en este tiempo que nos
ha tocado vivir?
R. La física
para mí es muy importante, yo le llamo la ciencia de la vida, me ha enseñado
muchas cosas. Por este camino de salir de dentro, los idearios orientales le
dan muchos nombres, hablan de lo absoluto, del vacío. Y ¿por qué dicen que
es el vacío? Porque para cambiar una botella de agua, tienes que vaciarla y
llenarla de vino. El ser humano tiene que llegar a ese vacío interior donde
no se siente nada, sino armonía, para plantearse ser distinto, para proponerse
algunas cosas distintas, para ver que hay otro camino interior. Entonces dicen
que el vacío, que lo absoluto, es una salida a lo cósmico, donde todas las
personas, tú y yo, y ella, somos mucho más distintos ahora que si meditamos los
tres. Llega un momento en que tenemos los mismos sentimientos, las mismas
sensaciones, las mismas cosas.
Dicen que es una salida a lo absoluto, a lo
cósmico, se interpreta que somos más seres cósmicos. Los seres cósmicos somos
seres iguales, es decir, todos nosotros somos lo mismo, hemos venido del
cosmos. Nosotros somos células y átomos unidos por energía, que nos atrapan,
venimos del cosmos, que lo mismo esas energías se han reunido y han construido
un árbol, una gota de agua, o un gato, o han hecho una persona. Nosotros no
vayamos a presumir de que somos distintos, sí, tenemos una conciencia más
desarrollada, pero vivimos cien años. El Universo tiene quince mil millones de
años de vida.
A mí me ha gustado mucho la física, para ver de
dónde venimos, para poder entender después a dónde volvemos. El origen del
universo y el origen de las criaturas es muy interesante porque empieza por el
Big Bang, una explosión de energía y de materia, en milésimas de segundo, y de
ahí se va enfriando y de ahí empiezan las partículas más chicas, luego empiezan
a unirse y son los átomos, y luego las moléculas, y las moléculas replicantes
que es la vida, y de ahí empiezan a unirse cosas, energía y sustancia, y nacen
las estrellas y los planetas y todas esas cosas. No somos nada, el planeta
Tierra es uno entre miles de galaxias.
En la emergencia, ¿cómo puede emerger el cuerpo
humano? El cuerpo humano emerge, primero, por lo que hace. El testimonio de sus
acciones, cuando llegue el fin de su trayecto, es una cosa que queda ahí, es un
testimonio que no es material. Lo mismo que las personas recuerdan a los
líderes, nosotros nos acordamos de nuestros padres, y los vemos y los vivimos.
Pero es que, además, ese cuerpo material, que
llega al fin, que deja libre la acción, también me da a mi pena que se pudra.
Me molesta. Yo he explicado un cuerpo no para que se pudra, para que se muera
sí. ¿Qué significa la putrefacción? El cuerpo humano cuando se muere, eso lo
dice la física, produce una degradación de la materia que consiste en que la
energía que atrapan nuestras células empieza a escaparse, empieza a disolverse,
empieza a destruirse, y empieza a no quedar nada. Y no es que no quede nada, es
que las partículas más pequeñas vuelven a quedar disponibles en un cosmos
infinito para una nueva criatura.
Los orientales lo tienen muy claro y hablan de
la reencarnación, un señor se muere y está ahí volando y se reencarna para
cumplir su karma. Yo pienso perfectamente que somos materia y energía atrapada
en el cosmos un día, donde no somos nada y nuestra energía que ni se crea ni se
destruye, sino que se transforma, nos transformará en otra cosa.
Así que del cuerpo que yo buscaba, me he
encontrado este cuerpo, me he encontrado un cuerpo interior, me he encontrado
un cuerpo que emerge, un cuerpo que se restituye. Menos mal que parto de la
base que no hay más que un cuerpo, que tiene su aspecto espiritual, tiene su
origen, tiene su fin, pero un cuerpo, un cuerpo tan rico que se pueden ver en
él todas esas aproximaciones.
(...)

Fundación Index.
Apartado de correos núm. 734,
18080 Granada, España
manuel.amezcua.sspa@juntadeandalucia.es
Manuscrito recibido el 5.07.2007
Manuscrito aceptado el 22.09.2007
Manuscrito aceptado el 22.09.2007
el volumen es lo que valída los conceptos de tiempo y espacio ?
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