miércoles, 6 de junio de 2012

¿ SOMOS UN SIENDO?

Tenemos la sensación de que somos alguien, de que somos algo individual, de que hay cosas que nos pasan a nosotros y sólo a nosotros. Lo que sucede a cada instante no puede ser entendido, racionalizado o conceptualizado, pero nosotros nos sentimos más seguros cuando nos explican las cosas.

El yo no es más que un fruto de condiciones y las condiciones son siempre cambiantes. Este río de la vida está sujeto a la ley del cambio, a la ley de la impermanencia. Heráclito, un filósofo de la vieja Grecia preclásica llegó a decir: “jamás te bañarás dos veces en el agua del mismo río.”

La mayor parte de la gente se identifica con sus pensamientos, es decir con sus ideas, sus recuerdos, sus preferencias y sus vivencias. Y lo hace de tal forma que las hace equivaler a sí mismo, como si de una especie de identidad invisible se tratara. No es de extrañar, puesto que el ego (el yo), es sobre todo un constructo histórico. Esto significa que es el garante de que hoy seamos el mismo que ayer a pesar de reconocer que hemos cambiado. De alguna manera el yo es el hilo que anuda nuestras experiencias actuales y pasadas y les confiere un rango de historicidad.

Otra de las características del yo es que puede pensar, visualizar, divagar o reflexionar. Los pensamientos son la principal producción de nuestra mente junto con la imaginería visual. Casi todo el tiempo los pensamientos acuden a escena, tanto si los buscamos, como si no lo hacemos. Nos pasamos la vida pensando, cavilando, recordando canciones, escenas, diálogos o monologando con nosotros mismos. No existe ninguna otra actividad que consuma tanto espacio y tiempo como ocurre con nuestros pensamientos. El problema es que los pensamientos están de alguna forma condicionados y determinados, son por así decir automáticos, no precisan de ninguna intención (aunque también podemos dirigirlos conscientemente), se presentan en nuestra mente sin pedir permiso y se asocian con otros llenando siempre la escena con nuevas o viejas secuencias de hechos o palabras.

El Ser no es el ego. El Ser es lo que es y el ego es lo que creemos ser. El problema del ego es que aunque nos provee de identidad y continuidad, carece de fundamento. Trate usted de definir su yo y verá lo que encuentra, esto es, una secuencia de hechos, una biografía, una narrativa, pero observe con atención que allí no hay ningún yo, sino un ser en marcha,  un ser dinámico, un siendo en el mundo.

¿Y como podemos sentir el Ser? Naturalmente desprendiéndonos del Ego, silenciándolo, mandándolo al fondo de la conciencia. El ego hace demasiado ruido para escuchar al Ser y su voz interior, una voz que está ahí en todos nosotros. Necesitamos acallar ese murmullo de fondo para poderle oír. Eso es lo que sucede en la meditación. Es una cuestión de libre elección. Usted, ¿qué está elijiendo?

Denkô Mesa
Junio 2012

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